Por: Nadia Noemí Franco Bazán
Nuestros países latinoamericanos han sufrido muchos cambios políticos en las últimas décadas, algunos de esos cambios han sido voluntarios y otros han traído consigo el uso de la fuerza. Las investigaciones criminales llevadas a cabo por entidades estatales y asociaciones internacionales han comprobados que algunos ciudadanos latinoamericanos fueron torturados durante los periodos de dictadura que sufrieron países
Durante el régimen militar de Augusto Pinochet muchas personas fueron torturadas, asesinadas y desaparecidas. Los métodos de tortura implicaban violencia física y abuso psicológico. Los detenidos que lograron sobrevivir cuentan que los mantenían con los ojos tapados, los obligaron a comer excremento y hasta eran sujetos a simulacros de fusilamiento. El Comité de Cooperación para la Paz en Chile recibió varias denuncias relativas a personas muertas a consecuencia de las torturas.
En Brasil la tortura y los malos tratos son prácticas corrientes en los Centros Penitenciarios, pero el Gobierno prometió tomar medidas al respecto y al parecer los resultados van a paso lento. La ONU ha enviado a sus expertos a visitar las prisiones en varias ocasiones para asegurarse que los cambios en el sistema se estén llevando a cabo.
La ratificación del Protocolo Facultativo de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura (OPCAT) es de gran importancia para todos los países de América Latina que viven en democracia. No podemos permitir que aquellas personas cuyas ideas políticas difieran de la nuestra sean torturadas. Por otro lado, ha que evitar que las personas sujetas a investigaciones criminales sean maltratadas durante el arresto o el periodo de detención preventiva. Hoy en día el imputado puede reconocer su participación en un hecho punible sin ser torturado y el Juez deberé practicar todas las diligencias necesarias para que la garantías constitucionales del detenido sean respetadas.
Yo considero que a nuestra generación de latinoamericanos nos corresponde luchar por el respeto a los derechos humanos y mantenernos vigilante para evitar que la tortura sea practicada en nuestras prisiones o durante procesos de investigación penal.
Escrito en Dublín el 16 de diciembre de 2009 y dirigido a la Asociación para la prevención de la tortura (APT).
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